La Rebelión Gnostica

 

La Rebelión Gnostica

Por: Víctor Velasquez


El movimiento gnostico emergió en el siglo I D.C

y llegó a su punto más alto en siglo III, representó el más serio contrincante para el cristianismo “oficial” frente al cual los padres de la iglesia no escatimaron esfuerzos en refutarle y condenarle, desde san Clemente de Alejandría, Ireneo de Lyone e Hipólito de Roma. También los sabios del neoplatonismo, en cabeza de Plotino, vieron en los gnósticos una seria amenaza y todos, cristianos y paganos, emprendieron un combate contra los “mensajeros del Dios desconocido.”

Mucho se ha escrito ya sobre el gnosticismo de los primeros siglos: sobre su cosmología, su dualismo, su escatología y otros aspectos. Autores del más serio rigorismo académico han tratado de descifrar la gran epopeya gnóstica cubierta por nombres, por símbolos, por eones, por arcontes, por magia, etc. Los descubrimientos arqueológicos en los últimos siglos de papiros y de bibliotecas enteras de literatura gnóstica han revivido los grandes misterios del gnosticismo. En este espacio no hablaremos de su aspecto doctrinal, sino de uno de los aspectos que más escandalizó a los sabios de los primeros siglos, esto es: su absoluta Rebelión. 


I La Rebelión frente al cosmos 


Las doctrinas cosmológicas de la antigüedad, sustentadas mayormente en el monismo, terminaron madurando (o degenerando) en una especie de panteísmo, en una identificación completa entre el cosmos y el principio divino, tal es el caso del estoicismo,  en donde Dios y el universo eran reflejo de lo mismo.  El cosmos, visto por los antiguos, fue revestido de una dignidad casi religiosa, de ahí el origen mismo de la palabra cosmos, del griego κόσμος (kósmos) que significa orden. Justamente era el orden(kósmos) lo opuesto al caos y la confusión.

El movimiento de los planetas era visto reverencialmente, este era el orden máximo, el máximo reflejo de la perfección divina,  los planetas eran portadores de fuerzas espirituales que eran recibidas por el hombre "Este mundo se encuentra relacionado necesariamente con los movimientos del mundo superior. Todo el poder en nuestro mundo está gobernado por estos movimientos". (Aristoteles. Tratado sobre el Cielo.)


La respuesta gnóstica fue decisivamente  Radical, frente al panteísmo, ellos opusieron el dualismo. El cosmos no había sido creado por Dios y tampoco era reflejo de la perfección divina. El universo era la caída de una emanación producida en el pleroma, verdadero mundo de perfección y  verdadera morada de la Divinidad. La Sophia cayó fuera del pleroma y fue secuestrada por un subproducto de ella misma, el Demiurgo. El demiurgo, del griego δημιουργός (dēmiurgós)  que significa creador, vio en su madre, Sophia, poderes, formas y fuerzas llenas de una perfección incandescente, pero ignorando cuál era el origen de aquello que veía decidió replicarlo y entonces comenzó la creación, esta creación era esencialmente malvada debido a la ignorancia respecto al origen de las fuerzas, era una réplica mala, era como lo señaló el poeta Miguel Serrano, como si a una pintura de Da Vinci se le impusiera por encima una monstruosidad de Picasso. El cosmos no era el orden de los antiguos sino que representaba el caos, estaba gobernado por una brama insaciable, maligna y caótica; la tierra no era quien daba alimento a la planta sino que era la planta quien tenía que hundir sus raíces y robar ella misma la vida; el movimiento de los planetas y sus fuerzas, que representó antaño el mayor nivel de perfección, era ahora una cárcel del hombre, las fuerzas todas eran malignas y estaban destinadas a mantener encerrado al hombre  y borracho respecto de la verdadera perfección. 


II La Rebelión frente al judaísmo 

Si bien la posición gnóstica frente al judaísmo puede variar de acuerdo a la secta particular, la gran mayoría de grupos gnósticos y especialmente los marcionistas, seguidores de Marción de Sinope, se vieron así mismos como la antítesis al dios del antiguo testamento. El dios del antiguo testamento era el creador de todas las cosas visibles e invisibles, de los ángeles y de las dominaciones, era un dios vengador y celoso, con tales atributos los gnósticos no tardaron en identificar al Jehová del antiguo testamento con el demiurgo maligno y todos los nombres atribuidos al  dios del antiguo testamento pasaron hacer nombres del demiurgo o de los arcontes, sus acólitos. Marción veía que el mensaje de Cristo era opuesto al del antiguo testamento y llegó a declarar que el Padre del que habló Cristo no era el de los judios, los profetas habían luchado contra este dios, como es el caso de Jeremías que rechazó hacer un sacrificio de sangre y renunció  a ser sacerdote del templo. 



III La Rebelión frente a la moral 

El panteísmo planteado por los estoicos llevaba al hombre a posiciones de conformación absoluta, frases como: “hacer cada uno su papel” escondía en el fondo  una profunda resignación. Se declaraba como providencial el destino que el cosmos tenía para cada hombre. Por otro lado el cristianismo con su doctrina del “pecado” condenaba al hombre a padecer los sufrimientos, como muestra de misericordia de Dios o como pruebas, tal es el caso del justo Job. Los gnósticos nuevamentante contestan de manera absoluta declarando al destino universal, Heirmarméne, como leyes tiránicas universales manifestada en dos aspectos: su aspecto físico como justicia de la naturaleza y su aspecto psíquico: como la imposicion y el cumplimiento de la ley de Moises cuyo unico fin era, segun los gnosticos, la esclavitud del hombre. 

Por otro lado el cristianismo emergente tomó varios elementos de la doctrina estoica principalmente lo referente a sus cuatro virtudes: sabiduría, justicia, templanza y valor que configuraban la vida en su totalidad: física, lógica y ética. Junto con su doctrina del pecado el cristianismo configuró la vida del hombre con normas y rituales destinados a la purificación del cuerpo, el alma y el espíritu.

Los gnósticos hicieron especial hincapié en la doctrina tripartita del hombre: cuerpo, alma y espíritu y pusieron clara atención en el espíritu (pneuma). Los gnósticos se percibían asi mismo como miembros de una minoría espiritual, poseedores de un pneuma, espíritu, increado y este pneuma era un extraño en este universo, poseían un conocimiento que para nada se limitaba al conocimiento racional, por tal  motivo concluyeron que al ser el espíritu diametralmente opuesto a este universo nada podría afectarlo, el oro seguirá siendo oro así se encuentre en el barro y si este oro en el lodazal es visto por un joyero no tardará en cambiar todo lo que tiene por este oro sucio. También los gnósticos promulgaron una cierta ascesis, pero este ascetismo no era un asunto de ética sino de alienación metafísica. Su práctica era hacer lo menos posible las cosas del mundo del creador, su ascetismo formaba parte de la rebelión contra el cosmos. Mientras el cristianismo aprobaba el sexo unicamente para la reproduccion este mismo motivo fue la cusa de rechazo al sexo por partes de los gnosticos y esta ascesis tuvo su maxima expresion en el gnosticismo iranio del profeta Mani, el maniqueismo. 


IV La rebelión gnostica 

Esta rebelión es sintetizada por Stephan Hoeller en su libro Jung el gnostico y los siete sermones de la muerte:  “Los gnósticos se diferenciaban de la mayoría de la humanidad no sólo en detalles de creencia y preceptos éticos, sino en su visión más esencial y fundamental de la existencia y su propósito.  El dinero, el poder, los gobiernos, el crear familias, el pago de impuestos, la interminable cadena de trampas bajo la apariencia de las circunstancias y las obligaciones; nadie rechazó esto en toda la historia de la humanidad con más fuerza ni más inequívocamente que los gnósticos. Ellos nunca esperaron que ninguna revolución política o económica pudiera eliminar o, de hecho, eliminara a todos los elementos injustos presentes en el sistema en el cual está atrapada el alma humana. No rechazaban un gobierno o forma de posesión en favor de otra; más bien rechazaban la predominante sistematización de la vida y la experiencia. Por ello, los gnósticos eran, en efecto, conocedores de un secreto tan mortal y terrible que los gobernantes de este mundo -por ejemplo, los poderes seglares y religiosos, que siempre se aprovecharon de los sistemas sociales establecidos- no podían permitirse el lujo de dejar que se conociera este secreto. Los más perseguidos, combatidos y exterminados por todas las religiones y por todos los poderes han sido los gnósticos.

Sin duda, los gnósticos sabían algo, y era lo siguiente: que la vida humana no cumple sus designios dentro de las estructuras y sistemas sociales, puesto que todos ellos son, en el mejor de los casos, sólo oscuras proyecciones de otra realidad más fundamental. Nadie llega a su propia individualidad siendo lo que la sociedad quiere que sea o haciendo lo que la sociedad quiere que haga. La familia, la sociedad, la Iglesia, el comercio y la profesión, las lealtades políticas y patrióticas, y las reglas y mandamientos morales y éticos, en realidad no conducen en absoluto al verdadero bienestar espiritual del alma humana. Por el contrario, la mayoría de las veces son jaulas que nos impiden alcanzar nuestro verdadero destino espiritual”.

El movimiento gnostico de los primeros siglos representó sin duda una de las formas más absolutas de rebelión respecto a las formas fácticas y al mismo tiempo representó una toma de posesión de la vida del hombre cruda, desesperada y angustiosa. El gnosticismo no es una rebelión es pos del futuro ni del porvenir, tal es caso de los movimientos subversivos de la modernidad, por el contrario el gnosticismo es la rebelión en contra del mundo en pos de otro mundo eterno y perfecto. El gnosticismo asumió con toda responsabilidad el papel del hombre, dándole el sentido de una batalla cósmica y pre cósmica, viéndose a sí mismo como guerreros en contra de un dios maligno y tiránico  cuyo dominio iba desde los planetas hasta las formas más sutiles del pensamiento humano.


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