Declaración



Este espacio se encarga de difundir educando y formando a nuestros compatriotas hispánicos en la corriente filosófica del Tradicionalismo, el cual tiene como punto de partida la lucha contra el Occidente postmoderno secularizado y decadente, encarnación escatológica del Reino del Anticristo. Sería, por tanto, el triunfo del reino de la cantidad, es decir, de las fuerzas disolventes y disgregadoras por excelencia, las cuales estarían arrojando al ser humano a un proceso de degradación sin precedentes, sólo comparable a las descripciones que hacen los Textos Sagrados de las decadentes civilizaciones antediluvianas. Para poder luchar contra semejante proceso, es necesario retornar a las verdades manifestadas en la Sagrada Tradición y llevar a cabo una lucha total y completa contra todos los aspectos de degeneración del (des)orden mundial (post)moderno. En este sentido, nuestro objetivo es crear las bases metapolíticas para una futura contestación al sistema global.

Nuestros enemigos se extienden tanto a la izquierda como a la derecha del sistema político democrático, al que consideramos ha entrado en una fase terminal de descomposición irreversible, listo para ser suplantado por otra clase de gobierno mucho más tiránico basado sobre el control de las redes informáticas, las biotecnologías y la robótica. Ante nosotros, se abre por tanto un momento de crisis, de oportunidad, necesario para una contestación radical contra las fuerzas del sistema mundial. Hoy día, los restos vivos de los pueblos, es decir, de las comunidades orgánicas que han conseguido sobrevivir al proceso de destrucción de los últimos siglos, han comenzado a responder y levantar la cabeza frente al desafío final que se alza frente a ellos. Nuestro objetivo es, por tanto, dirigirnos a estas minorías orgánicas con la esperanza de radicalizarlas en la lucha objetiva contra las fuerzas de la destrucción, hoy día representados por Occidente y la globalización.
Desde finales de la Edad Media, en Europa se ha producido una crisis espiritual del hombre que poco a poco se ha ido extendiendo a todo el planeta. Esta evolución negativa de los acontecimientos ha terminado derivando en grandes revoluciones, las cuales pulverizaron los cimientos de la antigua civilización inspirada en la Sagrada Tradición, iniciando un período de oscurecimiento y olvido de las vías de acceso a los principios inmutables. Este oscurecimiento de las Verdades eternas se ha ido radicalizando hasta alcanzar su polo de máxima degeneración en la sociedad actual. Sin embargo, la Verdad, al igual que el sol que ha sido cubierto por las nubes, sigue brillando. Es nuestro deber, por tanto, luchar para que una vez más la luz de la verdad vuelva a iluminar la sociedad, Restaurando, de este modo, los principios metafísicos de la comunidad.
Frente a esta noble visión, se alza frente a nosotros la enorme Hidra Roja de la Revolución, que tendrá que ser abatida por la clava de los hijos de Hércules, para así restaurar la tradición de la Grecia dórico-sacral, de Esparta, de Roma, del Sacro Imperio, el Imperio Solar Incaico…  La Hidra de múltiples cabezas, coronada con cuernos, constituye nuestro gran adversario. Este adversario estaría formado por:

1.       El liberalismo en todas sus formas, que se expresa tanto en la izquierda cipaya hija del socialismo fabiano inglés como en el neoliberalismo económico o el cristianismo sionista de raigambre calvinista que hoy nos invade, como una fría tempestad venida del norte, con múltiples sectas, rompiendo nuestra unidad religiosa y destruyendo nuestras bases metafísicas y morales. El liberalismo, por tanto, es una cabeza con múltiples cuernos al que parecen crecerle muchos tantos otros. En primer lugar, nos oponemos al laborismo inglés, es decir, al conjunto de instituciones globales al servicio del imperialismo británico, cuyo objetivo es aplanar las identidades colectivas de las naciones y preparar el dominio económico, político y social de la monarquía negra de la pérfida Albión. En este sentido, nos oponemos a la socialdemocracia y al revisionismo alemán, que pretenden crear un “liberalismo organizado” que, desmantelando los Estados nacionales, los reemplazaría por una sociedad civil compuesta de instituciones globales de gobernanza, las cuales incluirían empresas privadas, ONGs, rutas comerciales y una sociedad civil sólida defendida por organizaciones como la ONU, la OMC, la OCDE, etc… Este proyecto liberal, culminaría por tanto en la Monarquía universal del Anticristo, coronando al rey británico como emperador. Esta conspiración tendría como centro ideológico la red construida por la masonería, la burocracia internacional, la formación universitaria y la plataforma de un gobierno mundial cuyo símbolo sería la serpiente que se enrosca sobre sí misma mordiéndose su propia cola: este anillo contra-iniciático pasaría por igual por diversas capitales del mundo, comenzando en Londres, pasando por New York, Washington, Tel Aviv, Berlín, Bruselas y regresando finalmente a Londres, donde el círculo se cerraría. Por otro lado, rechazamos también el neoconservadurismo norteamericano de cuño calvinista que, regado por todas partes gracias a la proliferación de sectas evangélicas, relanzan una vez más los fundamentos teológico-políticos del capitalismo y el liberalismo. Libertad comercial y enriquecimiento individual sumados a una moral judeocristiana farisaica que busca en el orden material la prueba de la predestinación celestial. El dios insondable del puritanismo calvinista, aquel cuya providencia a pre-ordenado al mundo, predestinando a la riqueza y a la salvación a unos cuantos: esta fue la religión dominante de los pensadores anglo-holandeses de clase media, comerciantes y artesanos, de los cuales brotaron las revoluciones liberales inglesas y francesas. El nuevo puritanismo nativista norteamericano hoy día vuelve a los fundamentos de la riqueza comercial individualista, identitaria y religiosa, de comunidades de blancos ricos rodeadas de masas de color condenadas al infierno por carecer de los presupuestos para la salvación dada por dios. Son, por lo tanto, los propagadores de una escatología apocalíptica compuesta por cientos de profetas de calamidades, y en la cual participan grupos de fundamentalistas de cruzados y misioneros que van sembrando la inseguridad por todo el mundo desde hace cientos de años: su visión apocalíptica del mundo también inspira la “ideología de seguridad nacional” que retiene al mundo en una permanente guerra civil. A todo esto, habría que sumar el nefasto proceso de modernización de la Iglesia Católica, el cual abrió las puertas al “humo de Satanás”, produciendo la apostasía general de las naciones y degenerando en un moralismo materialista donde la religión se confunde con la sociología y se pierde en cuestiones administrativas de caridad.

2.       Nos oponemos igualmente al comunismo y a sus distintas vertientes internacionalistas, tanto trotskistas como estalinistas e indigenistas, que han mostrado ser un sistema desvencijado e impotente, una ideología de contestación que ha sacrificado a miles de jóvenes al altar de Moloch, para morir finalmente a causa de la vejez. El marxismo arrastra consigo todos los males del liberalismo económico de la revolución inglesa y del liberalismo cultural de los socialistas utópicos franceses, que no por nada ha llevado al comunismo a una convergencia ideológica con el liberalismo. El marxismo hispánico se ha caracterizado por estar anclado a toda clase de chatarra ideológica, que va desde el indigenismo prefabricado hasta el productivismo económico y el progresismo. Las revoluciones comunistas nacionales como la revolución mexicana, la nicaragüense y la cubana, han demostrado ser un gran fracaso, que terminó destruyendo sus respectivos pueblos, no cumpliendo para nada con sus metas en los planos económicos, sociales, culturales y militares. Sus gobiernos siguen cargando consigo pesados regímenes burocráticos, hoy día mantenidos gracias a un nacionalismo y un patriotismo espurio, mientras se encuentran cercados por sanciones económicas y amenazados por intervenciones policiales internacionales. En cuanto a las guerrillas organizadas comunistas y su enfermedad izquierdista infantil, desangraron a los pueblos hispánicos en guerras sin sentido, causando un terrible baño de sangre del que muchos países no sean recuperados espiritual y materialmente. Los intentos revolucionarios de las FARC en Colombia, las aventuras del Che Guevara en Bolivia o los Montoneros en Argentina, fueron desastres nacionales, resistencias interminables incapaces que fueron incapaces de llegar al poder y sostenerse en él. El socialismo latinoamericano y el progresismo, cuyo modelo sería la Revolución Mexicana, lleva el pesado lastre de la ilustración francesa, heredado por el marxismo, sosteniendo un liberalismo cultural enajenante que distorsiona la historia de los países hispánicos y la especificidad de nuestra cultura y unidad política. En cuanto al nacional-continentalismo y el bolivarianismo, no ha formulado jamás una ideología clara y coherente que podría servir de ideología global de contestación frente a los poderes fácticos globales, quedando preso de los clichés políticos, históricos e ideológicos de las visiones pequeño burguesas del Primer Mundo y sus fábricas de ideas: postcolonialismo, indigenismo, ecologismo, minorías sexuales, ideología de género, etc… llevando a cabo en sus países más bien la agenda globalista de la legalización de las drogas, la destrucción de la identidad colectiva, la corrupción generalizada, la aniquilación del patrimonio histórico y la dilapidación de la voluntad política en proyectos que terminan en callejones sin salida.

3.       Nos oponemos igualmente al pequeño nacionalismo de terruño, basado sobre las fronteras artificiales y la balcanización de la unidad hispánica. Nuestro enemigo por tanto lo constituye igualmente las burocracias nacionales políticas y militares que, amenazadas por la globalización, ven como son liquidados sus ejércitos y estados soberanos por medio de la estrategia del caos generalizado. Las fuerzas armadas y los burócratas se han aliado para explotar toda clase de patriotismo estatal y mitos nacionales con la intención de mantener su control sobre sus súbditos. Su resistencia se base en enfrentar el poder avasallante de las fuerzas globales internacionales que amenazan con la intervención militar directa y la aniquilación programada de sus sociedades, explotando conflictos étnicos, sociales, económicos, culturales, etc… al interior de sus respectivos Estados. Ante la fuerza avasalladora de este Nuevo Orden Mundial internacional liberal, resulta imposible oponer la infraestructura y poder financiero de las naciones periféricas al gigantesco Leviatán talasocrático que devora miles de almas. Frente a esto, sería necesario redefinir el patriotismo y el nacionalismo, para convertirlo en un verdadero sueño imperial, cuyo modelo sería Roma, el Sacro Imperio o la unidad Hispánica. En lugar de los símbolos nacionales, creados por la masonería revolucionaria anglófila y laica, deben restaurarse los grandes estandartes religiosos y guerreros de la unidad imperial. El pequeño nacionalismo burgués, que hoy degenera en miedo al inmigrante, en guerra de fronteras y en separatismo, debe dar paso a la autonomía regional, a la administración imperial y al poder real del gran Imperio, de este modo será posible liberar al nacionalismo del peso muerto de la burguesía y sus sucesores burocráticos que lo han manipulado a voluntad para dividir y vencer la verdadera resistencia.

Todas estas alternativas enumeradas al Nuevo Orden Mundial terminaron en la trastienda de la historia y en el transcurso del tiempo cada una de estas corrientes colaboró en sentar las bases de la inequidad presente. Es por esa razón que nuestra rebelión contra el mundo moderno no puede partir de ninguna de las ideologías creadas en los últimos dos siglos, las cuales han implicado simplemente el sometimiento de la resistencia a los modelos presentes de explotación. Los hijos de la oscuridad han demostrado ser más astutos que los hijos de la luz, mientras que toda la estructura orgánica de la sociedad pasada (instituciones religiosas, monarquía, aristocracia, familia, propiedad privada, cuerpos sociales intermedios, relaciones de lealtad, etc...) se han esfumado en el aire y hoy día resulta imposible usarlas como apoyo para la lucha futura contra la Modernidad, representado por el centro absoluto del espectro político, compuesto por un liberalismo económico y cultural. Entendemos por el liberalismo económico el sistema capitalista financiero, basado sobre el libre mercado, nodos comerciales, el dominio marítimo y la creación de una geo-economía compuesta por un archipiélago de islas (ciudades, regiones, muelles) y territorios confederados alrededor del globo. Igualmente nos oponemos al liberalismo cultural, es decir, al paradigma moderno y postmoderno de liberación del hombre de toda identidad colectiva: religiosa, social, cultural, racial y finalmente sexual (ideología de género y promoción de todas las perversiones sexuales habidas y por haber), el cual parece terminar en el Apocalipsis del género humano y la suplantación de nuestra especie por múltiples razas posthumanas extraídas del infierno de la imaginación sin cortapisas: ciborgs, mutantes, zombis, abortos tecnológicos, etc… sumando a esto el exterminio de la población flotante sobrante para el sistema, el control mental y la hipnosis producida por medio de la tecnología cibernética, los medios de comunicación y la cultura de masas.

Ante este escenario desolador oponemos por el contrario nuestro ideario: el culto al fuego de la victoria y la doctrina del combate, la filosofía perennialista, la contemplación metafísica y el cumplimiento de la voluntad divina. Es nuestra misión rebelarnos contra la visión universalista e imperialista de la sociedad Occidental postmoderna, la cual a licuado y desencantada su propia realidad por medio del liberalismo. Frente a este mundo multicultural, compuesto de átomos individuales sin unión, fragmentada por ideologías espurias, hombres sin atributos y el triunfo de la mediocridad encarnado en la democracia, oponemos los principios de la sociedad tradicional. Nuestra visión es la de una sociedad homogénea, en gran parte rural y arraigada, jerárquica, poseedora de una tendencia religiosa o mística capaz de expresar su unidad ritual y empíricamente. Ante el cosmopolitismo desarraigado oponemos la sociedad sagrada de un pasado inmemorial, la cual es capaz de integrarse en un todo Imperial y compartir su destino junto al de muchos otros pueblos.

Para explicar esto, recurriremos a la metafísica. Según la doctrina Tradicional, un determinado ser celestial se encarga de la vigilia de las naciones. Este ser es el Ángel, que lleva el sentido histórico de cada pueblo particular, destino que esta fuera del tiempo y del espacio, pero constantemente presente en todas las vicisitudes de las naciones. El Ángel de un pueblo no es algo vago, nebuloso o sentimental, sino una esencia intelectual luminosa, la cual porta las Ideas de Dios. Estas Ideas se encarnan en la historia de las naciones en instituciones sociales y religiosas, caracterizando y constituyendo sus raíces culturales. Toda la historia de un pueblo no es otra cosa que la trama urdida por las cualidades y la forma de aquel luminoso Ángel nacional. En las sociedades tradicionales el Ángel del pueblo se manifiesta en la forma personal del “Re Divini”, en los grandes héroes, en los sabios y los santos, aun cuando su realidad sobrehumana lo hace independientemente de su portador humano. Bajo este principio, es posible entender como el Ángel de un pueblo particular puede develarse como principio de integración, como ser luminoso particular que busca unir teológicamente las otras esencias angélicas en el interior de sí, sin cancelar la individualidad de cada uno, pero elevándolas a una escala imperial universal. Este Ángel no puede ser otro que el Ángel de la Hispanidad, que una vez perdida la unidad política debido a la desintegración de la monarquía, se encarna colectivamente en los pueblos hispánicos que surgieron después de su fragmentación.

Hoy día, los pueblos y naciones hispánicos se encuentran vencidos, humillados y confundidos. Después de haber luchado contra sus enemigos, han quedado esclavizados por los poderes oscuros que se han encarnado en el liberalismo anglosajón. Sin embargo, sobre este bello colapso que reproduce la destrucción de la Antigüedad, es posible de nuevo ejercer un nuevo concepto de PODER: ¡poder como libertad frente a Satán! Eso significa que la casta de los héroes se manifiesta de nuevo después de casi tres mil años de ocultación (y no nos referimos a los soldados bajo el yugo de la sinarquía mundial). Es nuestro objetivo estratégico y táctico preparar a estos héroes, a los guerreros, los Apóstoles de los Últimos Tiempos, como el nuevo Sujeto político radical de contestación ante las fuerzas de la oscuridad. Nuestra misión es, por tanto, exponer los principios metapolíticas que permitan a los nuevos guerreros luchar contra las artimañas del maligno y sus seguidores, lucha que implica ir develando, paso a paso, la voluntad de la divinidad y el cumplimiento de sus designios escatológicos. Sera la misión de los guerreros crear las condiciones posibles para que puedan por fin brillar una vez más los principios Eternos de la Sagrada Tradición. De ellos depende abrir el camino que llevara a los grandes sucesos que se perfilan en los Textos Sagrados, a sabiendas de que a las instituciones modernas sin raíces –  que no se las lleve el viento –  será su responsabilidad derribarlas a martillazos. Así que nuestra postura no tiene nada que ver con los conservadores obsesionados por apuntalar instituciones religiosas, sociales y económicas que frente a la rebelión del Tiempo contra la Eternidad terminaron por corromperse e incluso convertirse en su opuesto manifiesto. Somos conscientes de que hoy, la una vez noble herencia del pasado, ya hace tiempo que perdió su esencia y en el presente solo quedan cascaras vacías sin substancia, fantasmas que siguen existiendo por inercia. Para nosotros ya no se trata de conservar, sino de la destrucción de todo aquella que hoy está podrido, lleno del tufo nauseabundo de la modernidad y la postmodernidad. Por lo tanto, será restaurado lo que deba de ser restaurado, será destruido todo lo que merezca ser destruido. Es la misión reservada a los guerreros: observar el abismo sin fondo del nihilismo y encontrar que en el núcleo del vacío arde la llama del fuego inmemorial de la Verdad, llama que no puede ser apagada y cubierta por nada.

En este escenario que hemos descrito, será nuestro deber proclamar nuestra consigna: JUSTICIA SOCIAL Y TRADICIÓN: ¡RESTAURACIÓN!  Este es el grito de nuestro combate, la lucha por la cual buscaremos demoler las fronteras, los gobiernos extranjerizantes, las oligarquías sediciosas, las patrias enmohecidas por el liberalismo y el colonialismo. Nuestros guerreros marcharan no bajo los símbolos de las patrias nacionales sino bajo las banderas negras con la cruz roja de borgoña. No llevaran en sus labios proclamas de defender la república y la democracia, sino que gritaran Santiago, la Virgen del Carmen y Elías. A ellos corresponderá librar la batalla final contra las fuerzas de la inequidad mundial.
El Reino de los Últimos Tiempos, el “Regnum”, el Imperio de nuestro mañana. He aquí el cumplimiento de la más grande epopeya reservada para nuestros pueblos, epopeya a la vez continental y universal. Será por tanto el retorno de los ángeles, la resurrección de los héroes, la insurrección de los corazones contra la dictadura de la razón. Esta Última Restauración será la tarea del Águila negra de Patmos, portadora de la cruz, el hacha y el haz de flechas con rayos, coronada por la luz de la eterna de la visión profética.

Comentarios

  1. Me gustaría poder contactar a quién escribió este artículo para aunar esfuerzos en la lucha, me suscribo 100% a lo expuesto. Un saludo.

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    1. Gracias por el apoyo, próximamente pondremos un correo de contacto, saludos.

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