Boris Nad - ÍTACA
Por Boris Nad
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Navegamos hacia Ítaca. Vamos de una costa a otra costa, de una estrella a
otra estrella. Y de vez en cuando pasamos de un país inhóspito a otro, o
descubrimos reinos perdidos.
Atravesamos el caos y la anarquía hasta que ya no existe ni el arriba ni el
abajo. Atravesamos la enfermedad y el eclipse. Mientras tanto, llegamos hasta
donde ya no existe ni lo cercano o ni lo lejano. El engaño y el error.
Atravesamos por una larga noche y por un día muy corto. Es una guerra que
todavía no nos ha dado la libertad y nos entrega una paz que no es realmente la
paz. Pasamos de la Edad de Oro a la Edad del Hierro, de Cristo al Anticristo. Pasamos
del principio y vamos hacia el final. Algunos lo llaman progreso, avance, pero
el progreso es realmente la muerte, porque morimos todos los días; hemos pasado
de los albores de la Edad de Oro a un tiempo donde vivimos en medio de un
eclipse completo y habitamos en lo profundo de la noche de la Edad de Hierro.
Navegamos por un desierto. Atravesamos las ruinas de las ciudades y las civilizaciones.
Atravesamos por todo lo que conocemos como desánimo y miedo. Atravesamos este
sueño y alcanzamos la promesa de otro comienzo. Atravesamos por la alegría y el
dolor reprimido. Atravesamos la vida que nos frena y la muerte que nos libera.
Atravesamos el hielo y atravesamos la noche. Avanzamos hacia el fuego de las
estrellas, desde la Edad del Hierro hasta la Edad Dorada, desde el Anticristo
hasta la Segunda Venida.
Nuestro lenguaje es un montón de ruinas donde se encuentra el Conocimiento,
nuestras palabras son un eco vacío. Nuestros pensamientos son un vago recuerdo.
Las palabras son incapaces de decir la verdad. Ellos, el pueblo de la raza del
hierro, están encarcelados en la Edad del Hierro, y ya son incapaces de decir
quiénes somos y hacia dónde vamos.
Somos incapaces de expresar lo indecible.
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