Jean Parvulesco - ULTIMUM IMPERIUM
Por Jean Parvulesco
Traducción de
Juan Gabriel Caro Rivera
Antaios: Jean
Parvulesco, ¿quién eres? ¿Cómo te definirías a ti mismo?
Jean
Parvulesco: ¿Quién soy yo? Soy un luchador completamente
despersonalizado que hace parte del actual ascenso de los revolucionarios
clandestinos que buscan ayudar al ascenso imperial del Gran Continente
euroasiático y que marcha hacia la instauración político-histórica de nuestro
futuro Imperio euroasiático del fin. Estoy incondicionalmente comprometido con
esta lucha desde hace mucho tiempo, por lo que ya soy incapaz de reconocer mis propios
orígenes personales, tampoco reconozco ningún futuro que no tenga nada que ver
con esta búsqueda y que no nos lleve hasta el final de esta empresa
revolucionaria a la que aspiramos darle forma. Todas mis actividades creativas
o habilidades de subversión superior, toda la conciencia que poseo de mí mismo
y del mundo, e incluso mi propia existencia, en su curso más inmediato,
pertenecen a este gran combate imperial clandestino que actualmente está
afirmándose y en el que yo puedo ver el cumplimiento de una voluntad
providencial dirigida hacia el advenimiento apocalíptico de un Regnum Sanctum. Ahora bien, ¿de qué se
trata este Regnum Sanctum? Debemos
reconocer en él el Reinado Final del Único Absoluto "y de los ejecutores
predestinados de esa voluntad que viven en la historia y más allá de la
historia, es la asunción suprema y trascendente de nuestro Imperio Euroasiático
del Fin".
Por lo tanto, utilizo mis libros, mi literatura y mi trabajo de
investigación sobre lo abismal con tal de llevar a cabo una de-conspiración
activa de la realidad, una des-ocultación profunda del misterio que se vive en
este mundo y en la historia del mundo, de ir más allá de la historia mediante
el uso de mis actividades suprahistóricas, místico-polares y espirituales que a
veces se hacen demasiado peligrosas como para mantener, fortalecer o exacerbar
la marcha hacia adelante de una revolución imperial gran-europea y
euroasiática. Me esfuerzo constantemente por definir, en términos de una acción
contra-estratégica inmediata, y teniendo en cuenta la evolución de la situación,
las metas inmutables que se revelan en nosotros mismos como figuras y
afirmaciones de esta meta cada vez más central, clara y definitiva.
He optado por sacrificarme conscientemente por esta causa. Me he despojado
de cualquier pretensión de tener una vida personal que sea reconocida por
todos, de cualquier subyugación que implique entregarme a una carrera o buscar
el ascenso social, todo ello siempre nos lleva a ceder de antemano en lo que
creemos. Prefiero seguir los imperativos visionarios de nuestro combate: Yo ya
no existo, no soy más que un “concepto absoluto” que hace parte de este gran
combate imperial y revolucionario que esta en curso. Creo que en lo que a mí
respecta, se trata de un nuevo tipo de militancia, de una especie de “activismo
trascendental” que además se corresponde con la elevación que nos lleva a pasar
a otro nivel de la lucha política. Se trata de estar comprometido con una
vanguardia histórica que lleva todo a su fin y que se está preparando para
escindirse del mundo, creando un opuesto que nos llevará un paso más allá de la
historia, a la “trans-historia”. Es a eso hacia lo que nos conduce este
“activismo trascendental” que esta a disposición de una nueva Orden de combatientes
que gobernará este mundo venidero y su historia: una historia que, según las
palabras de Heidegger, todavía nos resulta impensable. Raymon de Abellio, en Heureux les Pacifiques, dice:
“Solo nos dirigimos a las personas
invisibles, aquellas que sobrevivirán y serán las encargadas de repoblar el
mundo. Depende de nosotros, de nuestra Orden, descubrir, retener, resumir los
logros de los últimos milenios, de quizás unos diez mil años, para
transmitirlos a esta nueva tierra que va a nacer. Es a ellos a quienes me
dirijo, ¿comprendes? Yo no llamo a esto política”.
Las confidencias que acabo de compartir con ustedes aquí son bastante
inesperadas y, sin duda, son ciertamente difíciles de expresar. Pero, al mismo
tiempo, son absolutamente necesarias: de hecho, ya es hora de que nos situemos
en el campo verdadero donde suceden estos combates que hoy determinan a la
historia, la “gran historia”, y que marcan el final de un ciclo cósmico que desde
el principio ya se está terminando. Ahora bien, es este combate lo que yo llamo
precisamente como un “activismo trascendente”, es un compromiso existencial
total que hacen unos pocos predestinados, unos cuantos despiertos que han sido
golpeados por un rayo, que se han liberado en vida o que son unos visionarios
comprometidos que ponen este ideal en primer plano. Es una acción
revolucionaria de la cual no tenemos ningún retorno, porque sus objetivos están
ya más allá de la historia. Y no me ahorraré la molestia de intentar desvelar
cuáles pueden ser esos otros objetivos revolucionarios que están más allá de la
historia y que son actualmente los que lleva a cabo nuestra propia acción
clandestina en relación directa con este futuro Imperio Euroasiático del Fin y
con la proyección supra-histórica final de éste Imperio hacia su identidad
posterior, que será asumida por este Regnum
Sanctum. Intentaré dejarlo claro en el transcurso de esta misma entrevista,
aunque sólo sea para dar a conocer la justificación revolucionaria de la misma
y la integración de esta lucha en la que estamos en primera línea. Esa es la
autodefinición que puedo dar de mi propia personalidad: siguiendo esta
dialéctica de la despersonalización revolucionaria, trato de definirme más bien
a través de ciertas posiciones que van más allá del compromiso que tengo por
cualquier límite y que van más allá de mí mismo.
Antaios:
Combinas múltiples y muy extensas influencias en tu trabajo. ¿Puedes contarnos
cuáles fueron las grandes lecturas que has hecho? ¿O los grandes viajes que has
vivido?
Jean
Parvulesco: ¿Mis lecturas? Creo que lo
leí todo desde el principio. Siendo honestos, soy incapaz de determinar quién
ha influido en mí, quien me ha proporcionado algún entretenimiento o quien le
ha puesto limites a mí intelecto. Nunca he terminado de construir este intelecto
por medio mis lecturas y no lo he conseguido hasta hoy. ¿O será que debo hacer
una excepción con las obras de René Guénon?
Es precisamente porque nunca he aprendido nada a través de mis lecturas que
puedo decir esto: solo he leído lo que me podía confirmar mis propias
convicciones, mis certezas interiores, mis iluminaciones, solo puedo leer lo
que desde un principio emergió de lo más profundo de mi propio interior y que
terminó por asentarse de forma decisiva tanto en mi vida como en mi conciencia.
Son mis propias certezas visionarias las que me atrajeron poderosamente hacia
Hölderlin y también hacia Heidegger, además de algunos escritores ocultistas como
lo fueron Arthur Machen, Dennis Wheatley y Talbot Mundy o John Buchan;
igualmente me atrajo el Edgar Alan Poe de Las
aventuras de Arthur Cordon Pym. También incluyo en esta lista los heroicos
y exaltados escritos de Miguel Serrano. Todo lo que sé, todo lo que aprendí de
forma misteriosa, es parte de un proceso incesante que me impulso por este
camino de vida que, desde el momento en que finalizó mi niñez, estaba destinado
a aflorar en mí a la edad de once o doce años; todo eso llegó a mí como parte
de una enseñanza que se reiniciaba, que estaba renovada, que continuaba sin fin
y cuyo murmullo abismal no me ha abandonado jamás.
Un ejemplo: si a los quince años había practicado intensamente con las
novelas de Mircea Eliade era porque se me había ocurrido entonces la idea de
que tenía que buscar puentes, puntos fuertes para apoyar mi propia visión
fundamental y rectora de mi vida que era en ese entonces - y lo sigue siendo
hasta hoy - el amor como modo supremo de acceso al conocimiento. Repito, no
reconozco ninguna lectura que fuera decisiva para mí. Todo lo que he aprendido
surgió de mi interior como parte de una enseñanza secreta que siempre se ha perpetuado
en el mundo. Como dijo Agustín de Hipona:
Christus intus
docet, "es desde el interior que
Cristo nos enseña".
Por otro lado, viajar me ha enseñado casi todas las cosas sobre las que sé
algo o al menos lo que creo saber ahora. Mi viaje espiritual ha sido marcado
por un cierto número de encuentros – quizás debería llamarlas más bien citas – que
he tenido con algunas ciudades, con ciertos "lugares concurridos", que
son un total de trece: Medjugorje, Innsbruck, París, Versalles, Madrid, el Escorial,
el Valle de los Caídos, Barcelona, Palma de Mallorca, Roma, Berna, Ginebra y,
finalmente, Cergy Saint -Christophe, en el Val d'Oise. Ante todo, me parece que
debo insistir en lo que ha significado para mi el encuentro con estas trece ciudades,
con estos trece "lugares especiales" que hacen parte de una misión
decisivamente reveladora y que incluso tienen la condición de ser parte de algo
más. En esta entrevista falta por completo el espacio necesario para decir todo
lo que quiero decir, pero diré que volvería a visitar lugares como Innsbruck,
París, el Valle de los Caídos, Ginebra y Cergy Saint-Christophe. Estas opciones
se corresponden, debo admitirlo, con una especie de mensaje que ha sido cifrado
y que está destinado solo para unos cuantos.
En Le Gué des Louves, escribí más
o menos todo lo que sucedió en mi experiencia iniciática de Innsbruck, la
primera de una larga serie de iniciaciones que posteriormente tendría. También
fue muy fundamental la que tuve en el Valle de los Caídos. En Innsbruck, en la
víspera del Año Nuevo de 1949 escribí:
"Estaba frente a la Compañía de la Guardia, frente a la Compañía de la
Guardia Santa de las Puertas Imperiales, y me encontré convocado ante la misma
asamblea oculta de los guardianes conceptuales del Regnum Sanctum, donde se estaba polarizando, en ese preciso momento,
como por el fuego fulminante que despedía, la mirada de aquellos cuya comunidad
continuaba ontológicamente existiendo en sí misma, por medio de un misterio
vivo y actuante, un misterio entreabierto en ese entonces para mí, se trataba
de las Altas Puertas del Imperio y, por lo tanto, del misterio vivo de ese
Imperio".
Estando en la Real Basílica del Valle de los Caídos, en el verano de 1961,
fui por fin coronado como Capitán de Cruzada por el Abad de Mitré, Justo Pérez
de Urbel. Sin embargo, como abiertamente escribí en Le Gué des Louves, lo que sucedió en Innsbruck fue algo que nunca
debería volver a recordar, mientras que en el Valle de los Caídos se trató de
una experiencia que debía recordar constantemente y para siempre. Sin embargo,
la contraparte de esta misión meta-histórica y trascendente, que me fue
encargada en Innsbruck, en la víspera del Año Nuevo de 1949, y que fue, de
hecho, para decidir cuál iba a ser mi vida, toda mi vida, fue parte de una
contraparte deslumbrante que, de hecho, a partes iguales entre la ruptura y la asunción,
¿no fue acaso algo que me fue impuesto, de repente, el 2 de agosto de 1952, en
la rue Boislevent en París XVI? En cuanto a mi experiencia de la rue
Boislevent, en París, escribí alguna vez en L’Appel des origines antérieures lo siguiente:
"Un fuego nuevo debe llegar y de él sólo hablarán, de ahora en
adelante, los que llevan dentro de sí los estigmas inconcebibles de ese fuego.
He conocido por fin el rayo de Apolo este 2 de agosto de 1952 a las cinco de la
tarde, frente al número 23 rue Boislevent. Esa es la visión que he tenido".
En cuanto a lo que me sucedió en Ginebra, para atestiguar la fe que me
produjo, tuve que recurrir a una novela de cuatrocientas páginas titulada Un bal masqué à Genève. Allí hago un relato
del movimiento que me llevó a un recuerdo de este polo el 24 de julio de 1969, ya
que en ese momento se había reunido en Ginebra un congreso clandestino en el
que participaban tres conspiradores abismales que desarrollaban una acción in situ: la conspiración abismal de lo
oculto, de lo prohibido, de los precipicios subterráneos de Ginebra, la conspiración
abismal que sucede en las alturas trans-eterias, "metagalácticas",
así como - por tercera vez - el reencuentro, la integración, in situ, de las otras dos, durante un
Baile de Máscaras que era comandado por la misteriosa Lena Forlani.
Finalmente, con respecto a Cergy Saint-Christophe, se recordará que la
última parte de mi novela, L'Etoile de
l'Empire Invisible, está dedicada a abordar estas revelaciones cósmicas,
"metagalácticas", a las que había tenido acceso clandestinamente
durante mi estancia en el Val d'Oise, lugar donde se encuentra el Eje
Fundamental y transcontinental que existe allí, en medio de las misteriosas
Puertas conceptuales de la Atlántida que encerraron los secretos de su acción
en medio del Palacio Blanco de la Belvédère, lugar donde se produce una intervención,
por medio de un dispositivo arquitectónico, de la marcha sideral de los
tiempos, de estos últimos tiempos que forman parte del ciclo que se encuentra actualmente
en proceso de extinción.
Por supuesto, es perfectamente obvio que estas últimas consideraciones –
que no me atrevo a revelar – sólo pueden ser de muy poco interés para aquellos
que aún no conocen la totalidad de mis trabajos. Sin embargo, no hay que
disculparse por ello: son las reglas de juego. Una entrevista como ésta no debe
tener como objetivo el facilitar la presentación de mis ideas, sino el
proporcionar una forma de penetrar, de ayudar a explorar, las diferencias
nuevas y específicas de mi trabajo dirigidas a aquellos que “ya van por este
proceso”. La complicidad es también una forma de conocimiento.
Antaios:
¿Cuáles fueron tus más grandes experiencias? ¿La prisión? ¿Los campos de
concentración? ¿La guerra? ¿El amor?
Jean
Parvulesco: Conocí la celda blindada número
15 de la prisión central de la UDBÀ Titista, Dalmatinska Ulica, en Belgrado, el
campo de concentración de Zrenianin, en el Banat de Yugoslavia, así como el
campo de trabajos forzados de Litva-Banovic, en Bosnia, en las minas de carbón.
Crucé toda Europa por medio del contrabando, desde Belgrado a Lisboa, y también
recorrí del mismo modo África del Norte. Fui puesto bajo arresto domiciliario
en Melilla, en el Marruecos español. Además, atravesé como polizón todo el
Mediterráneo occidental a bordo de algunos barcos que llevaban la bandera
española o liberiana. Hace cuarenta años, en medio de esta locura y estas aventuras
tan estimulantes como peligrosas, únicamente guardo recuerdos que hoy me
resultan extraños y que me son ajenos. En ese entonces me acerqué repetidamente
a la muerte y realmente sentí muy de cerca su aliento helado sobre mí. Pero
todo esto se ha perdido en la oscuridad, en las brumas de un pasado que ahora me
resalta esquivo, como si hubiera sido vaciado de sí mismo y ahora fuera completamente
inexistente. También participé en las grandes batallas políticas de la OAS (Organisation de l'Armée Secrète), como Secretario General del Gobierno Provisional de la
Argelia Francesa y el Sahara en Madrid, junto con el Dr. Jean-Claude Pérez. Fue
de ese modo que entendí la facticidad, la profunda inutilidad de la acción
directa, que nunca resuena en el interior de forma inmediata, que siempre
ocurre como si nunca sucediera, como si estuviera fuera de sí misma existiendo
incluso en un espacio particular y en una temporalidad particular que plantea
una especie de duplicado de sí mismo, como si siempre existiera en medio de un
horizonte secreto donde la muerte sujeta esté presente en un solo instante. La
acción directa tiene sentido sólo en relación con el trabajo de cierto control
de uno mismo, que sólo tiene lugar en el inconsciente profundo, y cuyos efectos
no pueden aparecer hasta mucho después, cuando uno se encuentra fuera de
peligro y fuera de la zona de peligro inmediato donde experimenta la atención
suprema de las cosas. También la acción directa sólo es adecuada para la
juventud y para la gran juventud.
Entonces, solamente quedan las batallas revolucionarias contra-estratégicas
que son las grandes batallas subterráneas que suceden en la historia invisible
y en medio del poder oculto trascendente. Estas batallas están encaminadas a
cambiar el sentido mismo de la historia e incluso el estado mismo de la
realidad cósmica y meta-cósmica en medio del devenir último hacia las alturas
del ser: es la batalla suprema de la "edad del hombre" y la
temporalidad heroica donde la gran supra-historia se avecina y que, de forma
secreta, tal vez ha llegado hasta nosotros. Sin embargo, detrás de todas estas
luchas, se encuentra el secreto ontológico de los mismos estados que
atravesamos, se trata de las grandes manipulaciones ocultas que causa el amor,
las maquinaciones abismales cuyas reverberaciones resuenan incluso en la
intimidad más prohibida del Aedificium
Amoris cuyos muros de fuego vivo se elevan desde las profundidades más
bajas hasta las más grandes alturas, es decir, las "alturas últimas".
Sólo a través del amor se puede actuar de manera revolucionaria sobre el
absoluto al interior de los espacios trascendentes de la historia humana y su
desenvolvimiento supra-histórico que se encuentra abierto a las “alturas
últimas”. Sin embargo, me interrogan igualmente sobre mis propias experiencias
amorosas. Comprenderán que me es muy difícil extenderme acerca de este tema,
cualquier confesión, por más abierta que sea ante las efusiones propias, tiene
ciertos límites operativos que, no obstante, no se pueden sobrepasar. Pero
puedo, sin embargo, confiarles que todas mis experiencias amorosas, incluidas
las que he llevado hasta los límites extremos, al borde del precipicio que está
más allá de la muerte, se transmiten en el contenido que narro en mis novelas,
las cuales no hacen sino dar cuenta, en cierta manera, del camino necesariamente
cuantificado - pero jamás alcanzado - del avance de mi propia espiral amorosa
que realiza una trayectoria que ya se encuentra predestinada. Todas mis novelas
son autobiográficas, todas mis novelas dan testimonio de mi viaje nupcial hacia
un desenlace final planificado, que lleva consigo un inmenso secreto salvador,
un compromiso escatológico supremo, sobrehumano y "divino". Porque es
semejante nupcia amorosa la que da forma a los cimientos ocultos de este
Imperio.
Antaios: Has conocido una gran cantidad de espíritus libres, entre ellos podemos
enumerar a Heidegger, Evola, Pound, Abellio, Eliade, de Roux, Melville, Godard,
Rohmer, etc. ¿Qué puede decirnos sobre ellos? ¿Qué nos pueden aportar estas
personalidades en los albores del siglo XXI?
Jean
Parvulesco: Nada, absolutamente nada.
Todos estos espíritus libres, o que estaban en proceso de liberación, y con los
que he tratado en todos los años de mi vida, no pueden aportarnos nada nuevo para
observar el futuro que viene y que se extiende más allá del horizonte del
tercer milenio y del siglo XXI. Porque, aparte de Heidegger y Abellio, y
cualquiera que sea por lo demás la brillantez de su indiscutible genio, ninguno
tuvo como misión, al parecer, el inaugurar esa apertura abismal que nos lleva
hacia un futuro que todavía es impensable y que desde hace mucho tiempo existe
mucho más allá de la historia. Ese será, de ahora en adelante, los tiempos que
marcan nuestra propia predestinación. Su misión, por el contrario, la de
establecer el inventario de aquello que ha cerrado el ciclo en que vivimos y
aprovechar este último estallido antes de que se produzca la extinción
definitiva de todo. Siendo así, me parece extraordinariamente flagrante que
este es el caso de Ezra Pound, cuya grandísima poesía sólo retoma, por última
vez, el Facquis Trascendental de todo el ciclo de una civilización que se
condensa en un “canto supremo”. Véase por cierto sus Cantos Pisanos. De modo que semejante poesía solamente puede
esperar la llegada de otra raza de creadores que se encuentren volcados hacia
un más allá imperial de la historia, hacia un futuro trascendente que debemos
hacer nuestro, que es revolucionario y que, en los mismos términos de nuestra
secreta predestinación, es de carácter imperial. Una raza visionaria, una raza
de superhombres que es habitada por esa insoportable luz que emana del Regnum Sanctum.
Después de todo lo anterior, también podría compartir con ustedes una serie
de recuerdos importantes sobre los encuentros que tuve y las amistades que
forje durante mi generación. Pero, francamente, veo que todo eso sería
innecesario para esta entrevista. ¿De qué me serviría decirles que Raymond
Abellio había ido clandestinamente a Palma de Mallorca en 1964 para dar una
serie de conferencias sobre la iniciación a varios ejecutores de campo, a los
asesinos políticos de la OAS, con los que había hecho contacto en París
mediante los servicios políticos especiales de la Embajada de la China Roja? ¿O
qué Julius Evola había estado estrechamente involucrado en algunas actividades
secretas externas de la OAS, o qué Dominique de Roux había intentado establecer
un gran imperio transatlántico que comprendiera tanto a Portugal, Brasil y el
África portuguesa, pero que los servicios especiales de Washington le
impidieron llevar a cabo ese gran proyecto visionario?
Por otro lado, me parece que es mejor mencionar una situación común que
involucra a todos aquellos - o casi a todos - los que pertenecieron a mi
generación y a los cuales me acerque o frecuente muy de cerca. Esta situación
común - y especial – puede debelar una dimensión que a la vez permanecía oculta
y era bastante decisiva frente a mis relaciones confidenciales con respecto a ellos,
así como de mis propias posiciones con respecto a la actual coyuntura
espiritual que está sufriendo este mundo que por fin llega a su fin y que
todavía no ha desaparecido. El crepúsculo de este mundo lo comento en mi ensayo
Le Soleil rouge de Raymond Abellio, y que termina con la reproducción de una carta mía – un
fragmento – que va dirigido a Abellio el día 14 de septiembre de 1980, donde le
decía:
“Si existe un misterio viviente en nuestro tiempo, ese sería en verdad el
misterio abismal, el misterio nocturno del impedimento que constantemente me
hace cruzar la línea para lograr lo que ustedes conocen y que los demás exigen
y esperan de mí. Además de que los poderes al servicio de la negación y el caos
se oponen a mi paso, ¿qué podría ser más evidente? Pero lo que resulta menor es
la deficiencia que sufre la contra-oposición de los nuestros, las deficiencias
que se dirigen hacia mí y el Apoyo Externo que ustedes conocen”.
En efecto, todos ellos ponen su atención sobre mí y yo intento hacer uso de
toda mi voluntad de saludarlos y liberarlos inmediatamente, pero se rehúsan
obstinadamente a creer en la fe de aquello que potencia el poder del hacer y
que secretamente quiero que todos voluntariamente acepten. Esta misión no puede
perderse y continúa hasta el día de hoy. Así que nunca deja de constituirse a
mi alrededor en una especie de cerco negro que me encierra. Este cerco es la
materialización del vergonzoso resentimiento de todos aquellos que no me
perdonan por el hecho de que nunca he correspondido a sus expectativas con respecto
a mi predestinación salvífica, y que no saben que aquello que tengo que hacer
sólo lo puedo hacer cuando llegue el momento porque no me corresponde a mí
decidir la hora final.
“En cuanto a la fecha de este día, o la hora, nadie la conoce, ni los
ángeles en el cielo, ni el Hijo, nadie sino el Padre”, Marcos, XIII, 32.
Antaios: Te
has consolidado como uno de los maestros de las novelas que hablan sobre geopolítica.
¿Qué nos puedes decir acerca de tus reflexiones sobre el “gran gaullismo”?
¿Cómo llegaste al gaullismo?
Jean
Parvulesco: De hecho, la novela occidental -
la "gran novela" occidental - sólo representa indefinidamente la
dialéctica original del "romance artúrico", el cual trata sobre la
salvación y la liberación del Regnum
histórico con la ayuda de una intervención supra-histórica oculta y con el
apoyo de una maquinación amorosa superior que es llevada a cabo hasta sus
últimas consecuencias y siendo finalmente victoriosa. "El amor gana".
Por lo tanto, cualquier gran novela occidental tratará, de manera más o menos
encubierta, de la salvación y la liberación del Regnum, además de las operaciones requeridas para que se lleve a
cabo esta liberación final de las cosas. Operaciones que necesariamente deben
tener lugar en el espacio visible de la historia y que entran en el ámbito de
la geopolítica. Debido a la fuerza de las circunstancias, cualquier novela
occidental auténtica deberá construir su narrativa mediante una serie de
instrucciones geopolíticas sobre la realidad. Estas instrucciones permanecen ocultas
detrás de su propio condicionamiento circunstancial, incluso detrás de los desarrollos
mismos de la misma narrativa que logra. Como muy bien habrán comprendido, mis
novelas no son una excepción: siguen, hasta el final, la dialéctica interna del
“romance artúrico”, es decir, portan la instrucción geopolítica oculta que nos
habla del concepto del peligro del Regnum
y su restauración supra-histórica final. Solo tiene que verse al respecto mis
libros L’Etoile de Empire Invisible, Les Mystères de la Villa “Atlantis”, etc.
En cuanto a mi gaullismo, su secreto radica, usando una simple frase de Bossuet,
en:
"Los designios del príncipe sólo se conocen
realmente por su ejecución".
Precisamente fue en los años sesenta cuando noté, en
el transcurso mismo de los acontecimientos, que la situación activa que imponía
el “gran designio” secreto al general de Gaulle, el cual era la reconstrucción
del eje franco-alemán carolingio, fe iniciada por medio de un proceso de
integración que a largo plazo abarcaría a todo el Gran Continente euroasiático.
Esta integración sería realizada bajo un proyecto imperial que en ultima
instancia tenía dimensiones trascendentes. Todo esto me obligó finalmente a
reconocer en mis análisis lo que realmente era el gaullismo: era parte de una
conspiración imperial supra-histórica que estaba en marcha y que era necesario usar
a Francia como una herramienta predestinada de esta acción que llevaría a la
manifestación y establecimiento de esta conspiración imperial a favor del gran
continente eurasiático y que seguía, en líneas muy generales, el proyecto
original del Kontinentalblock de Karl
Haushofer. A esto debía prestarle mi apoyo y seguir más de cerca su movimiento,
interviniendo en este movimiento con tal de impulsarlo, de acelerarlo y
exacerbarlo por medio de una serie de tesis comprometidas en tal acción, y que
debían dotarlo de las nuevas armas que necesitaría para sus futuros desarrollos.
Me reconocí en ese proyecto por completo, solo me quedaba seguirlo. Al mismo
tiempo, no quería admitir que existía alguna contradicción entre el hecho de
que ahora me comprometía con el gaullismo y que esto chocaba con mis luchas
anteriores en donde era un activista de la OAS. Porque la OAS nunca fue en
ningún momento un movimiento político, tampoco era una Organización con sentido
político propio, sino una especie de escuela de altos cuadros político-revolucionarios
que se estaba forjando en el fragor de la acción, en el suelo, y que
posteriormente adquiriría una verdadera dimensión política realmente
revolucionario, que tendría justificaciones históricas verdaderas con tal de
llevar a cabo cambios en la historia que la transfigurarían totalmente.
También habrá que entender que, por encima del movimiento gaullista como
tal, en sus manifestaciones políticas inmediatas y circunstanciales, me vi
obligado a identificarme más bien con un "gran gaullismo" que tenía una
realidad y unos fines supra-históricos más altos, los cuales movilizaban a este
último secretamente por medio de una dialéctica imperial que le iba dando la
forma de una estrella polar que se manifestaba como un Regnum Sanctum. Porque, en el fondo, eso es precisamente el gaullismo,
el “gran gaullismo”, el “gaullismo del fin”.
Antaios: ¿Qué
entiende por el Imperium? ¿Qué
significado tiene este resplandoroso concepto?
Jean
Parvulesco: La reconstrucción del Imperio
sigue siendo el objetivo histórico-político final y supremo de cualquier
renovación que suceda en este ciclo. Y decimos reconstitución porque el Imperio
ya existía de una forma pre-ontológica incluso antes de que la historia
comenzara – o de que comience nuevamente – y se reconstruye incesantemente en
todos los ciclos, hasta que, al final de todo, más allá del ciclo, se renueva y
llega a un estado de inmutabilidad final, supra-temporal, supra-histórica y
“eterna”. Pues el Imperio representa la figura de la unidad primordial, antes
de la separación del todo en partes, y también representa la figura de la
reconstitución final del todo, cuando las partes dispersas y antagónicas se
reintegrarán una vez más en la reconstitución de un conjunto imperial
definitivo, nupcialmente reunido en torno a una unidad virginal, fuera del
alcance y jamás alcanzado por nada, donde todo será reabsorbido para restaurarlo
en su forma anterior.
Tal y como transcurren las cosas en este ciclo que casi termina, el
objetivo de la lucha de aquellos que permanecen aferrados a ella, y que misteriosamente
nadan a contra la corriente, los mantiene intactos y fuera del alcance del mal
conservando su libertad fundamental. Todos ellos van hacia un escenario
histórico fuera de las políticas inmediatas e intentan alcanzar lo que llamamos
el Imperio Euroasiático del Fin, que deberá reintegrar en una unidad imperial
renovada y total al Gran Continente Euroasiático, es decir, a toda Europa
Occidental y Oriental, a Rusia y la Gran Siberia, al igual que a la India y
Japón.
En una etapa posterior, el Imperio euroasiático del fin tendrá que elevarse
hasta la identidad última del Imperio planetario del fin, cuya proyección
trascendente, más allá de la historia, será el Regnum Sanctum, el renovado cumplimiento de la unidad pre-ontológica
del conjunto que anteriormente, durante el primer comienzo de nuestro ciclo,
era aquello que se llamaba como Sanctum,
porque era la unión de la historia y de aquello que esta más allá de la
historia: en su centro reina lo inmutable, el Absoluto Mismo. Entonces debemos
entender que no es en modo alguno el esfuerzo de unos o la resistencia de los otros
lo que finalmente decide el advenimiento del Imperio, sino la voluntad imperial
de quien ostenta trascendentemente el poder central, es él quien decidirá el
momento y las modalidades revolucionarias que llevaran a su restauración.
Antaios: En todos
sus libros expresa una gran nostalgia por la Gran India. ¿Qué nos puedes decir
al respecto?
Jean
Parvulesco: La llegada al poder en la India del
Partido Bharatyia Janata (BJP), nos muestra el formidable maremoto que ha producido
el nacionalismo hindú y del que hemos sido testigos en estas últimas
elecciones. Es algo que no puede ser ignorado e incluso puede ser considerado como
una señal deslumbrante, como la misteriosa aparición de una Nueva Estrella que
brilla sobre el subcontinente indio: India entra ahora en la corriente
principal de la historia mundial en medio de este diluvio final que la lleva a alcanzar
un nivel más alto como parte de una “historia mucho más grande”. Este signo
revolucionario concierne directamente al futuro actual del Gran Continente
Euroasiático. Esta es una certeza absoluta. Lo que había sido la unidad total
del ser y el destino de nuestro pueblo al comienzo del ciclo, actualmente se
está terminando, mientras que ahora por fin comienza a reconstruirse,
proyectándose más allá del final del ciclo y mucho más allá de este final,
definitivamente el inmenso subcontinente indio, habiendo entrado en la fase
decisiva de su retorno nacional-revolucionario hacia sí mismo, tendrá un peso
absolutamente irrevocable en este proceso de impulsar aún más este proyecto de
nuestro Imperio Euroasiático del Fin.
Hoy, todas las fuerzas nacional-revolucionarias presentes y activas en el
espacio interior del Gran Continente Euroasiático deben movilizarse de forma
imperativa, reuniendo todas las fuerzas disponibles, tanto las visibles como
las ocultas, que apoyen este proyecto a un nivel ideológico y
político-administrativo en el terreno, en la India, así como en el exterior o
por fuera, esto es especialmente importante ahora. La Revolución Nacional hará
renacer a la India y la está llevando hacia un nuevo destino.
Esta es también la razón por la que acabamos de
establecer, en París, como primera estructura operativa de recepción y apoyo,
un Grupo de Investigación Geopolítico para la Gran India que será la base donde
se reunirán todas nuestras iniciativas que van desde una movilización general
de los europeos y la creación de un gran frente nacional revolucionario
continental que gire alrededor de la Nueva India y de la Revolución Nacional
India que se eleva como un clamor que anhela un futuro distinto. En el mismo
momento en que, en el Oeste del Gran Continente Euroasiático, por un doble
movimiento de degeneración política nacional, tanto en Francia como en Alemania,
el polo carolingio franco-alemán parece entrar en una fase de incertidumbre y
fatídicas vacilaciones que son mantenidas y exacerbadas desde lo más bajo por las
fuerzas subversivas que causan un desencanto artificial y nos conducen hacia
una alta traición, en Oriente, como si se tratara de un contra-movimiento de
alta renovación compensatoria, la India toma el relevo y nos asegura la
continuidad revolucionaria de lo que ya ha comenzado a hacer nuestro pueblo y
que, en adelante, no puede fracasar. Todo esto nos conduce al advenimiento
futuro de nuestro Imperio euroasiático del fin: esto es lo que prueba que una
voluntad providencial actúa bajo tierra, que un alto mando supra-histórico está
trabajando, desde lo invisible, para socavar la actual acción imperial que se
produce en nuestro continente. Que el centro de gravedad
político-revolucionario del Gran Continente Euroasiático se haya desplazado
desde Europa Occidental a la India, es un hecho que contiene un significado
bastante nuevo o decisivo, y requiere de una profunda reflexión y un cambio de
actitud que no será no menos profundo que el cambio de nuestra propia mentalidad.
Porque es en la India donde nacerá la nueva esperanza que nos mantiene vivos.
París,
equinoccio de primavera de 1998.
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