Alquimia y Magia (1957)

Por Eugène Canseliet
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
Este artículo apareció originalmente en
el número especial 11-12 sobre Magia de la revista La Tour Saint
Jacques (julio-diciembre de 1957).
Con el magnífico
volumen que tan amablemente nos han enviado André Breton y Gérard Legrand,
además del placer que nos dio el tiempo que disfrutamos en su lectura, ¡se crea
hoy una oportunidad para que nosotros confrontemos a la alquimia con la magia,
que también es su hermana oculta! Asimismo, André Breton, en los Cahiers de la Pléide de 1948, aplicó, al
igual que Raymond Roussel en La Poussière
de Soleils, tomando como base las ideas de Fulcanelli haciendo un estudio,
desde un punto de vista mágico-cabalista, de una obra titulada Fronton Virage (Frontón de la esquina),
en el que se pueden ver los primeros lineamientos de este asombroso logro que
es L'Art Magique:
“Y con esto no
solo se ilumina el nombre de Magès (Magos), que determina el carácter de la
fresa, sino que también se transparenta el título de la obra de Raymond Roussel”.
El N ° 1 de Formes de L´Art, L'Art Magique (Formas
del Arte, el Arte mágico), publicado por el Club
Français de l'Art, es un libro espléndido que justifica inmediatamente
todos los posibles elogios con los que han sido capaces de presentar semejante
material.
Impreso en
cuarteto, encuadernado en tela sin blanquear, con un cuerpo antiguo a doce, lleno
de abundantes ilustraciones para explicar los textos de los autores, y, a
continuación, con textos en cuarto de página completa (16 en color y 64 en
negro), todo forrado con papel estucado.
Intercalado
entre las páginas 46 y 119 y más modestamente compuesto en tamaño pequeño
romano por su densidad, está recogido, sobre papel amarillo, el ejemplar de la Encuesta, que, gracias a la diversidad
de los participantes, logro convertirse en algo muy instructivo. Hay preguntas
precisas, astutamente ordenadas o reforzadas por un gran abanico iconográfico
de agradecimiento que André Breton envió hace dos años, por separado y en un
sobre, “a las personas disponibles que pudieran responder desde su respectiva
disciplina: sociólogos, etnólogos, filósofos, historiadores del arte, críticos
de arte, psicólogos, esoteristas, magos, poetas”. Consideraciones relevantes
precedieron y completaron este cuestionario que fue reproducido in extenso por la prensa literaria y
que, por supuesto, provocó sorpresa, a veces inesperadas debido a la vivacidad
de las reacciones reales y, a menudo, discordantes incluso dentro de las
disciplinas que todos compartían. Toda indicación aquí la ausencia casi
generalizada de este estado de conciencia, libre y cándido, propio de la
percepción de aquellos que consiguen penetrar en lo surrealista o sobrenatural,
ya sea por medio de lo inmaterial o lo físico.
Ciertamente el principal
interés del trabajo no radica en esta investigación, no despreciable como hemos
dicho anteriormente, ya que nos permite conocer las opiniones de toda una élite
sobre el gran problema de la expresión y la transmisión mágica a través de las
obras artísticas de la pintura o la escultura.
¡El arte mágico!
¡Un mundo de ideas que hierve entre dos poderosas imágenes que, en la
habitación de un panorama lejano y encantado, nacen de la sustitución del nombre
de un régimen por su epíteto derivado: el arte de la magia! Luego, del
intercambio de los dos términos, a saber, el nominativo contra su complemento:
es seguro que el arte puede engendrar una magia y esta, de forma recíproca,
puede dar a luz a aquella. Este es el doble mecanismo del que habla André
Breton que preside las imágenes poéticas más atrevidas”; lo que todavía se
puede llamar como un juego del uno con el otro.
Resulta curioso que este auténtico tratado, el cual tiene una resonancia
secreta, con la persona de André Breton que dedica un número especial a
presentarlo. Es imposible cesar de leerlo o negarle el carácter de ser nada más
que una banal coincidencia. Por su parte, ¡no debemos cesar de rendirle
homenaje a La Tour Saint-Jacques cuya
magia aún baña el admirable edificio del cual tomó prestado su nombre y que
sobrevivió milagrosamente a la destrucción de la Iglesia de Saint-Jacques-la-Boucherie! Los
poetas y filósofos no se consolarán jamás de esta pérdida irreparable y en vano
se indignarán ante el inconcebible vandalismo excusado en la mejora urbana y
que siempre amenaza a ciertos distritos de París, alimentando el afán de causar
estragos ciegamente.
¡Cuántos
edificios con encanto semejante han desaparecido así, por ejemplo, en la rue des Nonnains-d’Hyères, lo
suficientemente amplia, en términos de saneamiento, como para justificar, de
todas formas, su supresión! A menudo hemos admirado allí, en el n ° 5, en la
esquina de la rue de l'Hotel de Ville,
anteriormente la Mortellerie, también
una casa del siglo XVII, a la altura del primer piso, donde hemos visto un gran
cartel de piedra que fue tallado en alto relieve y pintado. ¿Quisiera saber si puede
ese hombrecito, con tricornio negro, levita roja y medias blancas, ser capaz de
aplicar este arte frente a una robusta carretilla y usando la magia de los dos
primeros elementos, del fuego escondido de su muela y del agua rara, ser capaz
de distribuir gota a gota todo por medio de un gran zapato?
Este
último sustantivo también designa el juguete ahora abandonado, pero que todavía
estaba de moda en nuestra infancia. Durante la Edad Media, e incluso más tarde,
los niños del coro usaron este zapato de manera similar a como se golpea con un
látigo, ya que su correa era cortada de la piel de una anguila. En la Catedral
de Langres existe una imagen de la Flagelación
del Aleluya que obviamente tiene una inspiración mágica. "Cubierta con
el perfil del Tau o la Cruz", nos dice Fulcanelli en el Misterio de las catedrales, parece
extender el alcance de este rito de una forma inédito al dominio de la
alquimia.
“En la cábala, sabot (zapato) equivale a cabot (perro) o chabot (pez cavilat), el gato con botas de Contes (comuna francesa) de la madre de Oie. El pastel de la Epifanía a veces contiene un zapato (sabot) en lugar de un haba”.
Basta con echar
un buen vistazo para ver que la magia está muy extendida en toda la Naturaleza,
que se manifiesta en las ocupaciones del hombre modesto, ya que estalla, positivamente,
gracias a sus actos más elevados y solemnes. Así es como el oficio religioso de
la Iglesia en el santo sacrificio de la Misa, da todo el aspecto
de una serie de operaciones mágicas de las cuales no concebimos ordinariamente
cuál sería su fruto y alcance y que establece realmente la armonía de los
asistentes y constituye el egrégore.
Cualquier ritual mágico requiere pureza, fe y fervor, ya sea la oración o el
encantamiento, así como las manipulaciones, y debe ser acompaña y reforzado por
ellas.
La
Misa nos muestra claramente que la magia y la alquimia se unen en una estrecha
relación, manifestándose con más o menos intensidad en la iconografía y
ofreciendo este doble aspecto que es muy difícil como para no llegar
impresionarse casi de inmediato. Es la impresión que tendremos frente a las
figuras animadas por la excelencia de Basilio Valentín, de los alquimistas del
siglo XV y del monje bajo el gobierno de San Benito de Erfurt [Nota del autor: Las Doce Claves de la Filosofía]. Del
mismo modo, otro Adepto, el Marqués Palombara, doscientos años después, adornó
de tal manera la reserva de la salida de su lujosa residencia, que el extraño
vestigio que encontramos en la antigua plaza de la Ciudad Eterna, se llama
comúnmente la Puerta Mágica [Nota del autor: Deux Logis Alchimiques. París, Jean Schemit, 1945].
Más
precisamente, la magia y la alquimia forman junto con la astrología las tres
ramas que forman parte un solo tronco, es decir, la Ciencia universal, que es
la verdadera emanación de una Verdad indivisible. Si imaginamos estas ciencias
como si fueran un tridente, entonces la magia es el apéndice que está en la
mitad, y eso explica de forma excelente la idea que encontramos en este lugar
que hace parte de la segunda de las cuatro composiciones grabadas en una de las
planchas de cobre - cuarteto æneis
laminis incisis Picturis exhibita – que ilustran ese pequeño y raro tratado
de Etienne-Michel Spacher [Nota del autor: Cabala
Speculum Artis & Naturæ in Alchymia, Stephani-Michaeli 1654. Una copia
que se encuentra en muy mal estado puede hallarse en la biblioteca de Arsenal,
en este exquisito santuario de eruditos que anteriormente era la Biblioteca de “Monsieur”,
la cual fue frecuentada asiduamente por Honoré de Balzac. El autor de La Recherche de l'Absolu vivía no muy
lejos, en una mansión en la calle Lesdiguières
(Facino Cane)]. Sin duda estaríamos muy agradecidos si encontráramos una la
reproducción de esta exuberante alegoría cuya esencia es la magia y donde la
bestia, con cabeza humana y cuernos, portando la tiara papal, lleva el jarrón filosofal
en su espalda. Este cuadrúpedo con garras vomita profusamente un líquido
desconocido que la estrella de mercurio hace caer, mientras que vemos que
mantiene erguida su cuello como si se tratara de un matraz.
“Mi esencia es
celestial”, dijo la ninfa de Cyliani, “puedes pensar en mí como el agotamiento
de la estrella polar. Mi poder es tal que yo animo a todo lo que respira y
vegeta, los conozco a todos".
Fácilmente
podemos imaginar, ante el peligro que corre el artista, la necesidad de una protección
eficaz, y entendemos, por lo mismo, el papel del pentágrama colocado al nivel
del plexo solar.
Además, de
diferentes usos, y de acuerdo con la universal y fructífera ley de la síntesis,
es la radiación cósmica la que ilumina la Física, la Química y la Astronomía
mediante un plano superior que es proviene de las tres ciencias secretas que
les corresponden: la Magia, la Alquimia y la Astrología. EXALTACIÓN, es la
palabra que está escrita en francés y es el título de nuestro grabado, mientras
que la palabra CÁBALA subraya la extraordinaria puesta en escena de la
operación, circunscrita por el círculo mágico de las veintitrés letras del
alfabeto, que son las iniciales de los múltiples actores minerales que hacer
parte de la Obra y que son designados por medio del alemán o el latín.
Nótese el Virtutes, en la otra diagonal, responde
a la Philosophia y recuerdese, no
solo la fuerza, el coraje del mago o el artista, el ejercicio de sus artes,
sino también las indispensables cualidades y méritos del alma y del corazón. Es
esta perfección moral, tan recomendada por los viejos Maestros, que estamos
dispuestos a estar de acuerdo con Vladimir Orlov, escritor soviético de alto
grado, en el tema central de la conferencia internacional de París, relativa al
uso de los radioisótopos (1957), cuando hace un comentario que revela una
tendencia filosófica tranquilizadora:
“Los alquimistas
de hoy deben recordar los estatutos de sus predecesores medievales, estatutos
conservados dentro de las bibliotecas parisinas y que proclaman que sólo se
pueden dedicar a la alquimia los hombres "de corazón puro y de altas
intenciones" [Nota del autor: Les
Lettres Françaises, 19 al 25 de septiembre de 1957, traducción del ruso por
M. Calschi]”.
Aparte de Dios y
la oración, incompatibles con el ateísmo de la ciencia oficial, uno pensaría
que escuchamos, no sin alegría, a Basilio Valentín en estas consideraciones.
“De hecho, si el
Creador quería impartir una ciencia verdadera y un conocimiento poco común, es
al menos para algunos que reciben el mensaje, que aman la verdad, que la
buscan, destinados para el arte, con un corazón sensible, y que, sobre todo,
sin hipocresías, amen a Dios y, por esa razón, oran” [Nota del autor: Las doce claves de la filosofía, op.
cit. sup., p. 78].
La magia es ante
todo el Arte divino, que consiste en entrar en contacto con el Alma universal
y, a través de ella, dominar las fuerzas espirituales, invisibles, tanto dentro
del espacio como dentro de la sustancia. Sin embargo, este poder requiere del
hombre el dominio absoluto de sí mismo, el control riguroso de su psique y sus
facultades, en una palabra, el desarrollo de sus dones mágicos en un estado
latente o de caos. Nada, obviamente, parece más anacrónico que esta concepción
en nuestro tiempo. ¡Pobre de nosotros! En este odioso reinado de los números y
la vulgaridad, que no dejamos de reconocer, sin que por ello haya que someterse
a su abominación.
La magia,
debemos insistir, está en el origen de la alquimia y la astrología y
necesariamente preside todas sus operaciones, porque ella constituye su motor
esencial e imponderable. Esto es lo que se sigue de la afirmación de
Jean-Baptiste Marin, en su Prefacio a la
Astrología justificada universalmente - in
universam Astrologiam Præfatio apologeticam -, cuando escribe que "todas
dos son los más excelentes con respecto a todos los demás entre todas las
Ciencias; inter Physicas
Scientias duæ est præ cæteris excellentissimæ”.
De hecho, las
tres ciencias, la mágica, la alquímica y la astrológica, se compenetran sin
interferir nunca, e incluso cuando uno se aplica sólo al estudio de una de
ellas se termina por practicar infaliblemente las otros dos.
No importa que
Michel Auphan desarrolle con mucha claridad esto y luego lo demuestre mediante
cálculos matemáticos, ¿acaso es imposible que la radiación astral, que califica
de ódica y que obedecería a las mismas leyes de propagación que rigen las
vibraciones magnéticas y sonoras, es decir, en la base del determinismo de lo
humano y, en cuanto a eso, en consecuencia, sea la fuente de las revelaciones
científicas [Nota del autor: Astrologie
conirmée par la Science. La Coloms. re. (1956).]? Sea como fuere, esta
corriente verdaderamente mágica sigue siendo, para nosotros, la misma que la
hace descender, dentro del crisol alquímico, como la estrella que fue seguida
por los Magos a una cueva donde se encontraba el Niño Rey.
No nos
sorprenderá más que ahora completemos lo que hemos adelantado anteriormente, en
lo que respecta al Oficio Católico y su naturaleza secreta mágico-alquímico,
dando ya el título revelador de un pequeño manual en latín:
Se trata de las
precondiciones filosóficas y los prerrequisitos del autor de L'Astrologie gauloise (Astrologia Gallica), Jean-Baptiste Morin
(Joannes Baptista Morinus), donde el anagrama que reúne exactamente las letras
de su nombre y prenombre: Mira Sapiens
uni bono stat, que traducimos: "El Sabio defiende las cosas admirables
solo por el bien” [Nota del autor: Hagae-Comitis,
ex Typographia Adriani Vlacq. 1661.]
“Y añadiré el Desarrollo, en forma de Misa,
enviado hace mucho tiempo a Ladislao, rey de Bohemia y Hungría, por Nicolás
Melchior de Hermannstadt [Nota del autor: También en latín Hermannopolis y, en húngaro, Nagy-Szeben.], Transylvanien; Addam et Processum, sub forma Missæ, a Nicolao Cibinensi,
Transilvano, ad Ladislaum Ungariæ y Bohemiæ regem olim missum".
Puede que se
trate de Nicolas Melcer, quien desarrolló
la Piedra Filosófica para al Emperador en 1449; Nicolai Melceri, Lapis Philosophicus coram factus 1449.
Tratado extremadamente raro del que Fulcanelli tenía una copia que data de
principios del siglo XVII, extremadamente difícil de leer, debido a que la tinta
traspasó el papel.
Sin embargo, de
este Oficio iniciática inspirada en el Ordinario, solo leamos, para una idea
bastante precisa, el Kyrie,
inmediatamente después del Introito:
“Señor, fuente de bondad, inspirador del
arte sacro, por quien todas las bendiciones llegan a los adoradores, ten
piedad.
¡Oh Cristo! ¡Oh santo! Oh bendita piedra
del arte y la ciencia, tú que inspiraste la luz de la ciencia para la salvación
del mundo, ten piedad.
Señor, fuego divino, ayuda a nuestras
almas, para que, también para tu alabanza, podamos exponer los misterios del
arte, ten piedad".
[Nota del autor:
Kyrie fons bonitatis, inspirator sacræ
artis, a quo bona cuncta idelibus procedunt. Eleison.
Christe, Hagie, lapis benedicte artis
scientiæ que pro mundi salute inspirasti lumen scientiæ, Eleison.
Kyrie, ignis divine, pectora nostra
juva, ut pro tua laude pariter sacramenta artis expandere possimus. Eleison.
- Tomamos Hagie (Hagius) para la forma latinizada del griego Agios que se usa sustantivamente.]
Sigue el Gloria, la Colecta, la Epístola, el Gradual, etc., que, no obstante,
el considerable interés, no exponemos por falta de espacio.
Ciertamente
sería ilógico no creer en la magia, cuando uno comúnmente se maravilla con los
hechizos de la radiodifusión, a los que se asiste, con angustia, al progreso de
la física, ellos son alucinantes, ilimitados y una fuente inagotable que se
identifica, en un enigma insondable, con la energía cósmica, Spiritus mundi por los antiguos sabios.
¡Pobre de mí! este espíritu universal, del que tantas veces he hablado, ¡no se
ofrece indiferente a toda actividad, benevolente o maléfica, ya sea practicado
por un alquimista o un atomista, un mago o un hechicero!
Según
Tertuliano, doctor de la Iglesia en el siglo II, los ángeles pecadores (angeli peccatores) "revelaron los
secretos de los metales, dieron a conocer las plantas, revelaron los poderes del
encantamiento y describieron todo conocimiento [Nota del autor: En la Biblia
antes de la Vulgat scriptura vetus -
curiositas tiene el significado de magia.], incluso la interpretación de
las estrellas”; metallorum operta nudaverunt y herbarum ingenia tra
incantationem vires provulgaverunt et omnem curiositatem usque ad stellarum
identityem designaverunt ... (De Cultu Feminarum).
No
es este el testimonio de que, en los primeros días de nuestra era, la magia, la
alquimia y la astrología estaban estrechamente asociadas en una solo Tríada que
hemos establecido anteriormente y de la que encontramos la expresión, más ideal
y tal vez la más ortodoxa, en un grabado firmado probablemente por Cornelio
padre, llamado el Viejo, y conmemorando, de manera singular, la consagración de
Notre-Dame el 28 de octubre de 1634. Obra maestra tallada delicadamente con el
cincel mostrando el más alto diseño hermético, que pensamos que André Breton lo
habrá incluido de buen grado entre sus imágenes más importantes, junto con las observaciones
que hace y que se adaptan muy bien a nuestro propósito.
"Nos abstendremos de querer decidir aquí si lo mágico es anterior al
fundamento religioso o viceversa, por falta de pruebas objetivas o perentorias
que se puedan hacer de una forma u otra".
Ahora
echemos un vistazo a nuestra imagen.
Dentro
del primitivo balcón, encerrado en un patrón de diamante, la Virgen está
sentada, cargando al Niño Jesús y rociando su leche sobre una paloma sostenida
por un ángel encarcelado en un caparazón rodeado de laminaciones en forma de
llamas. Un chorro delgado y largo se escapa del pecho derecho que María
presiona con su cetro real, emblema del Espíritu Santo, y que se separa en dos
a la derecha y a la izquierda, rociando a un lirio y una rosa que florecen al
final de sus tallos.
En
cuanto al simbolismo de estas dos flores, es de una luminosa transparencia,
despertando todos los atractivos de la belleza, en la sutil y dubitativa
disolución y sublimación unidas a los perfumes, sentimiento de verdadera
nobleza que es el ideal del amor.
Por
eso lo tomamos como nuestro mejor argumento, para una afirmación básica, la
misma que se esconde en el fondo de todo lo que hemos escrito y venimos a destruir
esta falsa idea de que estas dos Magias siempre están presentes, siendo despiadadamente
antagónicas, a saber, la de Dios y la del Diablo. En consecuencia, este es el
lugar para colocar, junto a la de André Breton, la opinión del Sr. Louis
Chochod (Histoire de la Magie et de ses
Dogmes, Payot, 1949):
“Se distingue
entre la "magia blanca" o teurgia y la "magia negra" o
goetia. Creemos que esta discriminación es arbitraria. E inexacta, porque se
basa en los supuestos fines del arte mágico y no en su naturaleza. Solo existe
una magia..."
No es esto,
claramente formulado, el punto de vista de Eliphas Lévi que quiere que la Magia
sea “la ciencia tradicional de los secretos de la naturaleza, que opone al
Adepto y al charlatán y aclara magistralmente el principio hasta llevarlo hasta
sus últimas consecuencias”.
“El mago es el
soberano pontífice de la naturaleza, el hechicero es solo su profanador".
“El hechicero es
para el mago lo que el supersticioso y el fanático son para el hombre
verdaderamente religioso" (Dogma y
Ritual de la Alta Magia, 1861, primer volumen, p. 108.)
La oposición se
siente, enérgicamente y no sin ingenio, por esta observación divertida y justa,
que viene después de los pensamientos también breves como bellos, sobre la
oscura, pero rica y brillante obra del pintor español Valdés Leal:
“El satanás
barbudo y andrógino, frente al cual dos ángeles balancean el incensario en lo
alto del pórtico restaurado de Saint-Merri, en París, es sólo una broma
anticlerical de un alumno de Viollet-le-Duc".
Habremos
reconocido el lenguaje del autor de L'Art
Magique, con quien aún nos sentimos sus seguidores, para subrayar la
inexactitud de esta conclusión de que la magia surgió “de la generalización
abusiva de experiencias en sí mismas válidas y de las que la ciencia habría extraído
su auge”.
¡Que conexión
más llamativa la decisión de Fulcanelli de rechazar, hace treinta años, que la
Alquimia, perfecta e inmutable, desde la antigüedad más lejana, haya dado a luz
al empirismo químico, la arquimia y la espagiria en constante cambio!
¿No es la misma
Sabiduría que se encuentra rumbo a las cumbres más altas, como en medio de los
senderos más pequeños y que no teme llegar a estas afirmaciones?
“El Señor me
poseyó desde el principio de sus caminos, desde el origen, antes que él hiciera
cualquier cosa”.
“He sido
establecida desde toda la eternidad, antes de que la tierra fuera creada”.
“... cuando puso
los cimientos de la tierra, yo estaba con él, asentando todas las cosas".
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