El Coronavirus como prueba ontológica.





El Coronavirus como prueba ontológica.

Por Mori 

El mundo moderno ha sido herido de muerte. Y aunque como en muchas ocasiones ha ocurrido en la historia, el mundo volverá a su cauce “normal” es evidente que este mundo no volverá a ser el mismo. Los procesos desintegradores de la vida moderna se harán cada vez más frecuentes.
Aunque muchas fueron las señales y muchos los expertos que predijeron el desastre; teniendo como ejemplos epidemias recientes pasadas como el SARS-CoV (2003), H1N1 (2009), MERS-CoV (2012) y el Ebolavirus (2014) nadie hizo mucho caso porqué “el moderno pronto olvida esa enseñanza de las catástrofes que corrige hasta el tonto”. (NGD)
Nadie sabe ahora cómo tratar este Coronavirus (SARS-CoV-2), ni la OMS, ni la ONU, ni la UE, ni demás instituciones globalistas a lo largo y ancho del globo. La pandemia del coronavirus, que hoy azota el mundo. ¡Un enemigo invisible! de tamaño nanométrico ha puesto en jaque al “todopoderoso” y orgulloso mundo moderno y a esta humanidad perversa.
Poco importa ahora si el origen de este virus es 100% natural, o acaso de un diseño artificial, pero hacer conjeturas sobre esto y todas las teorías de conspiración al respecto dejan de tener relevancia ante la realidad de un virus que hasta hoy se ha llevado 117.569 personas y cuyo número se espera siga creciendo, probablemente en varios millones. Un virus que nos muestra nuevamente, sin ningún tipo de filtro, la realidad de la muerte, de la brutalidad de la naturaleza y la fragilidad del sistema y la civilización. En ciudades como en Guayaquil, donde han abandonado cadáveres en las calles y han visto cómo sus seres queridos se descomponen en sus casas… Todas las actividades con las que el hombre se identificaba han terminado, ahora hacen parte del mundo de ayer, para los más jóvenes este es un escenario apocalíptico en una Pandemia que nadie pensó vivir. Solo el tiempo determinara cuáles serán los cambios a los cuales nos enfrentaremos, podrá ser el fin del mundo globalizado o por el contrario la imposición de un orden globalista a mucho más agresivo.
Pero lo que nos interesa en esta coyuntura, es la oportunidad única que se presenta para los hombres creyentes de la Tradición. Esta es una oportunidad única que no se presentaba hace mucho tiempo. Es el momento de un examen de conciencia: tenemos la oportunidad de romper con los lazos del mundo moderno, de lograr una ruptura a nivel externo e interno con aquellos lazos de los que tan solo ayer nos quejábamos. Es el momento de resucitar en nosotros la pureza ígnea de los Santos, de conectar lazos verdaderos y permanentes con el Principio Absoluto. No tenemos por qué añorar nada del mundo en el que vivíamos hasta hace unas pocas semanas. Esta es la verdadera prueba, hasta qué punto odiamos lo que decimos odiar, hasta qué punto estamos dispuestos a renunciar y sacrificar de nosotros mismos por el nacimiento de una nueva orden de monjes guerreros dispuestos hacer esfuerzos conscientes para traer de nuevo la era de los héroes, del “Hombre Diferenciado”, demarcar una línea existencial entre el hombre tradicional y el hombre moderno. “Al hombre que a nosotros nos interesa le es propio no el escándalo, sino la actitud serena del que desdramatiza, de aquel que puede incluso ir más allá en el abatimiento de ídolos, pero para después preguntar”: “¿Y después de esto que?” (1)
Sabemos que estamos al final de un ciclo, que estamos en el momento más crítico de la Edad de Hierro, pero cuando se presenta un escenario que parece puede traer grandes cambios, preferimos no entregarnos con fidelidad, entonces añoramos volver a la vida que hasta ayer teníamos: vida sin profundidad espiritual, una vida de continua frustración que oscila entre el coito y la embriaguez. Esta es la prueba, los verdaderos guerreros saben  que el mundo no volverá a la normalidad, que no debe hacerlo, y en caso de que el mundo volviera a sus simientes pasadas ellos ya no serían iguales. Ellos están prestos para el cambio, es hora de decirle adiós a las viejas formas del mundo burgués, al mundo del progresismo y liberalismo, a la vida de tontos útiles por la cual no hay que derramar ni siquiera una lágrima. Es hora de hacer caer a los ídolos y de levantar nuevamente el ideal sacrosanto de la espada de combate


 (1) Julius Evola, Cabalgar el tigre.   


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